Ayer por la tarde la comunidad pergaminense se vio sacudida por una noticia que primero nos dejó perplejos, después nos llenó de bronca, de impotencia, de furia.
El asesinato de Fernando Liguori, reconocido ciudadano, enluto a un Pergamino que aun no sale del estupor por la forma en la que unos delincuentes le arrebataron la vida en tan solo un segundo.
Las redes sociales, los mensajes de WhatSapp inmediatamente se inundaron de tristeza, y de apoyo a la familia del “Poroto” Liguori.
Pergamino hace rato que dejó de ser el Pergamino seguro, y no hablo el de veinte años atrás, sino el de hace tan poco, un par de años. El tejido social de la ciudad fue mutando, se fue resquebrajando como el del país, por supuesto. El te “roban por nada” llegó, y no sacudió de la forma más cruel e injusta.
Nos fuimos acostumbrando al robo, al hurto, a mirar para atrás todo el tiempo, el calco de otras ciudades.
¿Cómo transformar el enojo, el dolor masivo en algo positivo y productivo?
¿Hoy algún político de la ciudad salió a repudiar este hecho?, ¿Alguno se pronunció al respecto?, ¿Aquellos que les gusta lanzar dardos por las redes sociales lamentándose por los refugiados ucranianos salieron a expresarse por el dolor de un pergaminense asesinado por la delincuencia?
¿Cuántos proyectos de los ediles hay sobre cómo frenar la inseguridad en Pergamino?, ¿Alguien se puso a trabajar de verdad en esta temática o vamos a seguir pensando en cambiarle el nombre a una calle o cómo deambulan los animales de gran porte por la ciudad?
¿Qué dirán los que apoyan el garantismo hoy? Y no se trata de pedir mano dura, lejos de eso, sino de cumplir con la ley.
Vamos a escuchar que la culpa la tiene el Gobierno Nacional, Provincial, Municipal…como si fuera “el gran bonete”…Tirarse la pelota unos a otros
¿La muerte de Fernando Liguori será una estadística más? ¿Qué responsabilidad tenemos como ciudadanos? ¿Qué responsabilidad tenemos como comunicadores?
Ojalá Pergamino despierte. Ojalá Pergamino salga de este letargo. Ojalá la muerte de Fernando no sea en vano. Y ojalá, sobre todo, no nos acostumbremos porque eso es lo peor que nos puede pasar como sociedad.
