El mediocampista pergaminense del “Charrúa”, Agustín Musso, tuvo con La Gloria o Devoto una charla imperdible. El Contador Público, explicó cómo se reparte su actividad laboral con el fútbol, y también afirmó que el elenco rosarino debe estar como mínimo en la B Metro. Además, “Tapón” contó anécdotas increíbles, detalló minuciosamente la categoría, e hizo un balance de una temporada en la que al club no le fue bien desde lo deportivo. Igualmente, el ex Douglas apuesta todo al 2023, y sueña con ascender.
El pergaminense, Agustín Musso, tiene su estudio contable y se divide entre el fútbol y el trabajo: “Complementamos la actividad deportiva con la profesional, ya tengo el estudio, y me reparto los tiempos”, arrancó la charla el protagonista, que aclaró que es muy difícil que acepte una oferta de otro lugar: “Uno tiene que poner en la balanza un montón de cosas, encontré el equilibrio acá, no es fácil llegar a Central Córdoba, vengo de una liga y es difícil llegar, tiene que ser certero y de mucha confianza porque el fútbol es así, un día sos el mejor y mañana no existís más”.
El ex Douglas vive y juega en una ciudad híper futbolera: “El rosarino es una persona enferma del fútbol, se respira todo el tiempo fútbol, hay problemas entre la gente por el fútbol, es inexplicable. El rosarino lo sigue al ascenso, lo acompaña, hoy por hoy tenemos unos horarios medios complicados, horarios de partidos, jugamos entresemana o por ahí nos ponen en el mismo horario que juega Newell´s o Central y el público no se llega, pero en instancias decisivas la cancha siempre está colmada y nos siguen tanto a nosotros como a Argentino de Rosario”, indicó, y acerca de la afinidad del “Charrúa” con los clubes de Primera División de esa localidad, tiró: “Es mitad y mitad. Diría que sí, es según los orígenes y todos estamos más cerca de lo que es el cariño de la gente de Newell´s, que por ahí está. Hay buena onda con Central también porque a veces entrenamos en el predio de ellos, pero si te tengo que decir, tira un poquito más para el lado de Newell´s”.
Para Musso, la institución que representa merece estar en otra divisional, por historia e infraestructura: “Central Córdoba padece estar en la C, que es una categoría muy dura, es un club que debería tener una base más sólida y establecer los cimientos y poder crecer. Estos años no nos está yendo bien y el club está para una B Metropolitana”, señaló, y agregó: “La C es hermosa, pasa de todo, no te vas aburrir nunca, uno acá en Rosario viaja cada quince días a jugar y te encontrás de todo, con clubes que no tienen vestuario, después te toca jugar en la cancha de Español que es un estadio de Primera División, Laferrere con 10 o 12 mil personas un día de semana a la tarde, jugás en Rosario un martes a las 16, entonces es muy inestable y hay de todo porque es el ascenso en su máxima expresión, es muy competitiva y hay jugadores de jerarquía”. Y consultado sobre escenarios a los que prefiere evitar, se confesó: “A la que no quisiera ir jamás es a la Victoriano Arenas, es muy fea la zona, hay olor feo todo el día, a la cancha la trataron de mejorar pero no tiene retorno, es una cancha muy dura para jugar”.
Igualmente, para lograr salir de la categoría se debe hacer una buena campaña, y los dirigidos por José Vizcarra terminaron lejos: “El año pasado estuvimos muy cerca, tuvimos la posibilidad de alcanzar el primer puesto general en la tabla clasificatoria y quedamos segundos a un punto. Hubo una limpieza de plantel los refuerzos que trajeron no dieron en la tecla, tuvimos tres técnicos en un año, tenemos la desventaja de que viajamos y jugamos en el día. Llegamos a Buenos Aires una hora y media antes del partido”, manifestó “Tapón”, que en cuanto a nivel, hay factores que influyen: “Nosotros no estamos en ese rubro, las canchas son difíciles, hay canchas lindas, los árbitros son localistas, es un combo de cosas que cuesta y si te agarra con un viaje entremedio no te llegás a recuperar para el domingo porque viajás y volvés a la una de la mañana al otro día, entrenás y a las 48 horas jugás, y somos jugadores que todos trabajamos”. Y también expresó lo que le gusta: “Ir a jugar a Laferrere tiene su condimento especial, tiene mucho público, el entorno es muy feo todo pero es ahí donde el jugador o por lo menos yo me siento cómodo. Es el Boca de la C. Si me llama Lafe me sentaría hablar, ja. Junto a Sportivo Italiano son clubes con historias, pesados y a uno lo moviliza”.
Sin embargo, el volante central no reniega de lo que le toca: “Me encanta, no hay nada que me guste más que hacer lo que hago, no tengo dudas de eso, mi actividad principal es el deporte, lo otro es un complemento, de chico lo vivo así, jugar en la C me encanta y estoy ahí por el nivel que tengo y eso no va a cambiar mi mente ni mis ganas”, aseguró, y contó una anécdota desopilante: “Viajando a Buenos Aires tuvimos un accidente en el colectivo a la altura de Cardales, tuvimos que demorar el colectivo, y los más grandes decidimos jugar igual. Parte del cuerpo técnico sufrieron algunos cortes y decidimos jugar el partido igual. Jugamos en la cancha de Claypole, y teníamos al PF con cortes de vidrios, ja. Ahí es cuando no te sale de adentro, y si no lo sentís tenés que volverte a tu casa”. Y en el balance desde lo personal en el torneo que pasó, detalló: “Tuve un desgarro después de una seguidilla de partidos importantes. Fue un desgarro, que no es normal en mí, pero la continuidad la tuve. La lesión fue faltando 4 o 5 fechas, y después terminé jugando, siempre remándola. Fue positivo, el año pasado no pude estar al 100%, venía de una operación de ligamentos cruzados, aposté este año a agarrar ritmo y creo que lo logré, en lo personal cincuenta y cincuenta”.
Y en el análisis grupal, Agustín también fue autocrítico: “Nos quedamos lejos, tuvimos un pico muy alto que fue la Copa Argentina en abril y después nos desinflamamos, cambiamos de técnico, la primera ronda fue mala porque no sumamos ni la mitad de los puntos que sumamos el año pasado y con muchas cosas por corregir, pero todo arranca porque el club tenga los cimientos más firmes y encarar el ascenso de otra forma. Es difícil pero hay que estar con otra estructura”, disparó, y de la llegada a la dirección técnica de un ex compañero, como Vizcarra, se sinceró: “Al principio nos costó a todos, con José somos amigos, lo conocí como jugador y nos costó los primeros 10 o 15 días. La amistad se termina cuando el club está por encima de cualquier nombre, el que está para jugar está, y el que no, no. Es un puesto que asumimos pero con alegría y diversión, nos dio un buen cachetazo desde lo anímico. El lunes volvemos a los entrenamientos”. Por eso, en el cierre apuntó a los objetivos para el 2023: “Lograr el ascenso, nos debemos eso, por el sacrificio y el esfuerzo que hacemos que nadie lo ve. Lograr el ascenso con el club que me convirtió en profesional sería lo máximo y colectivamente ni hablar, porque hay un grupo hermoso”.