Por Fernanda Gil Lozano, historiadora, directora del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos-Unesco, exdiputada nacional y exlegisladora del Parlasur.
Los períodos colonial y revolucionario de Hispanoamérica fueron capaces de crear una cultura política en la que las mujeres trascendieron sus roles tradicionales y apoyaron activamente la causa de su Patria. Ellas se volvieron activas en la lucha por su propia liberación y la de su país a medida que se extendía el caos revolucionario y, junto con las poblaciones negra y originarias esclavizadas, constituyeron una parte importante de la fuerza que buscaba convertir la revolución política en una revolución social.
En ese entonces, el patriarcado y la jerarquía de las relaciones de género que limitaban las experiencias de las mujeres -tanto en la esfera pública como en la privada- se vieron desafiadas por su situación en diversos grupos racializados y sociales.
Estas mujeres operaron con imaginación sobre componentes de su propio sistema opresivo. Organizaron reuniones donde se discutieron las conspiraciones, proporcionaron refugio, promovieron ideas innovadoras y sirvieron como espías y mensajeras reuniendo y transmitiendo información.
Guadalupe Cuenca y Mariquita Sánchez son ejemplos de este caso.
Las cartas de Cuenca a Mariano Moreno, su marido, detallan no solo su amor y sufrimiento por la distancia sino, también, los movimientos políticos y enfrentamientos que se habían producido después de la Revolución de Mayo. Una de las mejores fuentes para reconstruir la disputa entre morenistas y saavedristas es toda su correspondencia que Moreno nunca leyó porque fue asesinado en altamar. Describe, por ejemplo, cómo simpatizantes de Saavedra, que luego hegemonizaron la Junta Grande y adoptaron una postura moderada hacia la independencia, persiguieron y expulsaron a morenistas, el grupo más radical de patriotas, de la escena política.
Sánchez de Thompson, cuyos puntos de vista eran tomados en consideración y debatidos, organizaba en su casa eventos sociales donde invitaba a las figuras de la élite social e intelectual más importantes del momento a discutir aspectos de la revolución, incluidas alianzas políticas y conspiraciones, así como las cuestiones culturales más selectas. En una carta a Juan María Gutiérrez, Mariquita desarrolla lo siguiente: “…Las mujeres argentinas estamos destinadas a la vida bruta (…) Si en todas partes es difícil la educación de la mujer, entre nosotros y en la actualidad es más difícil aún, y lo más triste es que nadie educa a los hombres…”
Los ejércitos libertadores fueron apoyados por mujeres que, además de acompañar directamente o sumarse a las tropas cuando fue posible, sacrificaron sus cuerpos y pusieron a disposición recursos materiales, particularmente a través de su trabajo y participación en el conflicto armado. Entre otras, destacamos a Remedios del Valle y Juana Azurduy.
Remedios del Valle fue homenajeada por el gobierno por representar a miles de afrodescendientes que lucharon por nuestra nación. Comenzó como enfermera y luego fue ascendida a capitana por el general Manuel Belgrano durante las guerras de la independencia. Sus aliados le otorgaron el título de “Madre de la Nación” en reconocimiento a sus esfuerzos en el campo de batalla.
Azurduy, por su parte, comandaba un cuerpo de caballería integrado por 25 mujeres denominadas “Las Amazonas” que participaron en 16 combates además de su propio batallón, “Los Leales”. Persistió en la lucha por apoyar al ejército al mando de Belgrano.
En conclusión, las mujeres que participaron en el mundo militarizado de la revolución adoptaron rasgos típicamente asociados con los varones (liderazgo, coraje y audacia) para prosperar y ser respetadas. Participaron en guerras tanto en capacidades no convencionales, como combatientes, espías y emisarias; como en otras más habituales como enfermeras, compañeras de campo y seguidoras de campamentos. También brindaron su apoyo emocional, financiero y político a las causas.
Todas ellas fueron mujeres de armas tomar en un tiempo donde sin voz ni voto, alzarse contra todo lo establecido, atreverse a poner el cuerpo por una causa, requería de una enorme valentía. Mi pequeño homenaje a todas ellas que fueron la vanguardia de las primeras conquistas femeninas y que contribuyeron con talento y convicción a la emancipación de la patria.