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DOS MIRADAS SOBRE EL ROL DE LAS MUJERES EN LAS ESTRUCTURAS SINDICALES

La abogada laboralista María Paula Lozano y la historiadora Victoria Basualdo dialogaron con Télam sobre las formas de organización política en un mundo del trabajo precarizado y se animaron a pensar pistas para abordar el crecimiento en representación de las mujeres en las estructuras sindicales.

“En la historia siempre han sido las trabajadoras y los trabajadores quienes han encontrado las mejores formas de organizarse. Si tenemos derechos laborales hoy es porque hubo luchas obreras o grandes movimientos sindicales que, a lo largo de la historia y a través de diferentes corrientes y estrategias de lucha, lograron alcanzar esos derechos”, se posiciona Lozano.

Una de las autoras del reciente libro “Derecho laboral feminista” no duda en sostener que el modelo sindical argentino ha sido y es “muy eficaz” porque justamente ha crecido.

¿Qué implica esa ampliación? “Hoy las organizaciones no son solo las que representan a trabajadores formalmente reconocidos como empleados sino que también existen organizaciones sociales que aún no tienen el reconocimiento como tales. Por ejemplo, las personas que trabajan a través de las apps y ya han comenzado a organizarse y van formando sus sindicatos y el Estado debe avanzar en su reconocimiento porque están comprendidos en el artículo 14 bis”, asevera.

En ese sentido, explica que “las formas de organizarse las tienen que encontrar los propios sujetos, los propios protagonistas porque es la manera de lograr estas transformaciones”.

En sintonía, Basualdo resalta que “sin dudas la movilización y organización es el amplio arco de organizaciones de los y las trabajadores/as desocupados, no registrados y/o precarizados o informales es un rasgo característico del proceso de organización social y sindical argentino”.

“La fortaleza de la organización territorial en villas o barrios de emergencia, con estructuras organizativas crecientemente complejas y en espejo de la organización sindical clásica, contemplando la elección de delegados/as y la existencia de comisiones organizativas. En los años 80 y 90, al calor del incremento de las tasas de desocupación, se configuraron nuevas organizaciones de desocupados/as en la forma de Movimiento de Trabajadores Desocupados/as y Uniones de Trabajadores Desocupados/as en todo el país”, recupera y destaca que “las mujeres fueron centrales para garantizar mecanismos colectivos de supervivencia y promover formas de lucha, que incluyeron medidas que afectaron la circulación, como los cortes de ruta, cuando no era posible afectar el ámbito de la producción”.

Basualdo subraya que “todos estos procesos previos son importantes para comprender el grado de organización de los y las trabajadoras de la Economía Popular, entre los cuales es un dato muy significativo la conformación de la Confederación de Trabajadores/as de la Economía Popular (CTEP), que confluye con otras organizaciones territoriales”.

Sobre el crecimiento de las mujeres en los espacios de representación sindical, Lozano expresa que “los feminismos han protagonizado una verdadera revolución en los últimos años que ha transformado todas las estructuras, incluidos los sindicatos que se conformaron a la luz del patriarcado y eso se expresa en que la mayoría de las conducciones son varones”.

En ese punto, subraya que “esto es algo que no es estanco porque se está transformando y muchas mujeres han avanzado adentro de los sindicatos, se han organizado con redes, y lazos con compañeras de otros sindicados”, y señala que “han permeado estructuras y hoy se generan nuevos debates”.

En ese marco, indica, sobresale un ejemplo como el “los años de aporte por las tareas de cuidado que eran una demanda que planteaba ‘los años que nos faltan se los llevó el patriarcado’ y hoy un decreto reconoce esos años de aporte”.

Por lo tanto, Lozano señala: “Estos son avances ganados por los feminismos, queda mucho por hacer, todavía la desigualdad es importante pero estamos en una transición y en las estructuras sindicales se empiezan a visualizar también estas transformaciones”.

Para Basualdo, “el movimiento feminista está consolidando vínculos estrechos tanto con las organizaciones sindicales tradicionales, como con organizaciones de trabajadores/as de la economía popular, y con otros como el movimiento de migrantes”.

“El peso creciente del movimiento feminista en la Argentina no es un hecho repentino, sino que es fruto de un proceso de construcción valioso de décadas, con emergentes como el Encuentro Nacional de Mujeres desde los ochenta hasta la actualidad, con la incorporación de la dimensión plurinacional y de las disidencias”, afirma.

“Uno de los cambios más interesantes en los últimos años es la creciente inclusión de análisis de la desigualdad de género en términos económicos, con un crecimiento importante de la economía feminista, y la creciente conexión de grupos feministas con el movimiento sindical y otras organizaciones, que se plasmó en la creación de colectivos diversos de mujeres sindicalistas en diversas regiones del país”, señala y cita los encuentros nacionales de colectivos como “Mujeres sindicalistas”, con la presencia de más de cientos de participantes.

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